En referencia a la fotografía vuelvo sobre ella para hacer un nostalgioso inventario de sus
facetas más destacadas.
En orden a tal propósito diré, en primer
lugar, que esa foto fue tomada desde la torre de la Iglesia San Judas Tadeo,
todavía en construcción pese a que la piedra fundamental fue colocada en 1935.
Tal afirmación está abonada por la presencia de los cables aéreos conductores
de la corriente eléctrica -visibles en la foto- interpuestos entre el fotógrafo
y su objetivo.
Otro detalle a destacar es la blanca presencia
de un contingente de alumnos de la entonces Escuela nº 6 General Bartolomé
Mitre, al día de hoy Escuela nº 1. Tengo la certeza -adquirida en el ámbito
familiar- de que dentro de ese grupo escolar estaba mi hermana Fidelina, que a
la sazón cursaba el quinto grado del ciclo primario.
La fotografía, además, viene
a corroborar lo dicho en la primera parte de este trabajo. Que la hoy
calle Zufriategui no existía; que era una mera senda peatonal formada por el hollar
de pies humanos. También fueron pies humanos los que dieron forma a la otra
senda visible en la foto; la que nace sesgada respecto de la anterior y que,
evidentemente, servía para favorecer el
tránsito por la hoy calle Las Heras en dirección a la estación ferroviaria,
cuyo andén se aprecia nítidamente en la foto.
La superficie baldía que aparece a
continuación de la Plaza 20 de Febrero -senda peatonal por medio- no es otra
cosa que la manzana encerrada hoy por
las calles Zufriategui, Las Heras, Soler y Presbítero Villalonga. A esta última
calle -por entonces Rodríguez Fragio- lal foto la muestra transitada por
vehículos. Se aprecia, asimismo, que esa fracción baldía estaba arbolada con
predominante presencia de paraísos, no obstante lo cual lo más sobresaliente
era un grupo de cuatro aromos que en la foto aparece cercano a la hoy esquina
Las Heras - Presbítero Villalonga. Uno de esos aromos, el tercero de izquierda
a derecha, azotado por un fuerte viento pampero a poco de ser plantado, creció
definitivamente torcido, lo cual le asignaba un rasgo distintivo al conjunto
arbóreo del cual formaba parte.
A la derecha de los aromos, calle por medio,
aparece nítidamente la figura de un edificio que el paso de los años -a veces
tan cruel- ha sabido respetar. De sólida construcción, hoy se la puede ver
exhibiendo, fiel al estilo arquitectónico inglés, sus sólidos muros de ladrillo, cinco ventanas
enrejadas y techo a dos aguas armado con chapas de zinc, a la fecha recubiertas
con una membrana protectora. Ese edificio era la vivienda del jefe de la
cuadrilla de limpieza de la estación y mantenimiento de vías y señales. Servía,
al propio tiempo, como depósito de herramientas y repuestos.
Poniendo la vista por encima de los aromos
podremos ver, en primer término, el techo de zinc del almacén de ramos
generales y despacho de bebidas de la familia Melano (esquina de Las Heras y
2a. Rivadavia); a continuación el edificio de la primera estación de servicio
de Ituzaingó, explotada por la famosa compañía Standard Oil (esquina de
Rivadavia y Rondeau), y finalmente el edificio del Cine Teatro Ituzaingó (más
tarde Petit Palace), en pie al día de hoy, que al momento de tomarse la
fotografía no funcionaba como tal sino como capilla, en la cual impartía
catequesis la legendaria Juanita Consejero. (3)
Más allá del techo de la estación ferroviaria
se pueden ver las añosas palmeras de la hoy Plaza San Martín, entonces
inexistente. Tres de esas palmeras han sobrevivido (una sobre Rivadavia y dos
sobre 24 de Octubre) y exhiben hoy gallardamente su lozana longevidad.
Continuando con el recorrido visual de la foto
es fácil localizar, detrás del andén, un blanco edificio de mampostería, con
ventanales y techo de chapa de zinc a dos aguas. También respondía esta
construcción al más severo estilo
arquitectónico inglés. ¿Su destino?... La vivienda del jefe de estación. Fue
demolido para dar paso a la edificación de los locales de comercio actualmente
emplazados sobre avenida Rivadavia.
Finalmente, ¿qué es ese espacio prácticamente
baldío bordeado por la hoy calle Presbítero Villalonga?... Ese espacio fue
durante muchos años playa de maniobra de los vagones de carga. Uno de ellos se
alcanza a ver claramente. Cabe aquí recordar que a esa playa llegaban,
procedentes de diversos lugares, materiales de construcción tales como arena,
cal, cemento, polvo de ladrillo y piedra partida, además de granos de todo
tipo, leña, carbón y hasta ganado en pie, generalmente de raza vacuna, que era encerrado en un corral cuya
empalizada se alcanza a ver nítidamente. Tanto o más evidente aún es la
presencia de un brete o manga construida en madera y blanqueada a la cal,
terraplaneada para hacerla coincidir con la altura de los vagones, en los
cuales el ganado era embarcado con destino al matadero de Liniers.
(...)
Aquel niño tuvo el privilegio de crecer
asistiendo a hechos y episodios que, hilvanados, gestaron la transformación de
un pueblo en ciudad: la realización, en 1937, de la plaza motivo de este
trabajo; la pavimentación, entre 1937 y 1938, de las calles céntricas de
Ituzaingó Norte, previo levantamiento de las vías del tranvía a caballo y luego
motorizado que salía de la estación ferroviaria, pasaba frente a su casa
paterna y llegaba hasta Villa Ariza; la reapertura, en 1942, con el nombre de
Petit Palace, del que fue Cine Teatro Ituzaingó, como también la construcción,
entre 1935 y 1940, de la actual Parroquia San Judas Tadeo, en la cual tomó su
primera comunión catequizado ¡cuándo no! por Juanita Consejero, y en la que
ofició de monaguillo de los sacerdotes
Carlos Murray y Alberto Villalonga.
Aquel niño, además, fue espectador de los últimos partidos de fútbol disputados por
el Club Atlético Ituzaingó en la manzana que ocupa hoy la Plaza 20 de Febrero,
y también testigo de la demolición de la vieja Escuela nº 6 General Bartolomé
Mitre, en cuyas aulas cursó los seis años del ciclo primario y se granjeó la
amistad de muchos de los que fueron sus compañeros. Perdurable amistad que aún
cultiva.
Una vez más recurro a la fotografía mencionada
que capta un momento de los actos celebratorios de la inauguración de la plaza
que tuvieron lugar el 9 de julio de 1937. Y recurro a ella porque da testimonio
irrefutable de alguna de sus características. Pueden verse claramente las
elegantes farolas de tres luces que la iluminaban "a giorno", como
también se pueden reparar en sus bancos, armados con listones de madera
sostenidos por un par de armazones metálicos. ¿Su color?... Sí, verde inglés,
como se estilaba entonces.(4)
Son igualmente visibles en la foto los
grisáceos caminos interiores de aquella plaza, tapizados con piedra partida de
Olavarría de grano fino. Asimismo grises eran las veredas que la rodeaban,
construidas con baldosas del tipo vainilla. La monotonía del gris era alterada
por una hilada de baldosas azules, también del tipo vainilla, colocadas
longitudinalmente.
No aparecen en la foto dos majestuosos y blancos macetones -aproximadamente de un metro veinte de altura- ubicados en el sector Sur de la plaza, en las cercanías de las esquinas formadas por la intersección de Zufriategui con Las Heras y Soler.